viernes, 22 de julio de 2011

Grecia, Salvataje y Riesgo Moral

Finalmente, las especulaciones del mercado se hicieron realidad: se acordó un nuevo rescate para Grecia. Después de recibir un paquete de 110.000 millones de dólares en mayo de 2010, se prepara otro por 155.000 millones.
Pareciera que Europa no tiene límites a la hora de ayudar a Grecia. ¿Por qué tanto empeño en salvar del default a un país que representa apenas el 0,5% del PIB mundial? ¿Altruismo? ¿Compasión? Ciertamente no.

Luego de la caída de Lehman Brothers el mundo aprendió una lección: es mucho, pero mucho más costoso castigar a quienes apuestan por activos riesgosos que rescatarlos.

Y aquí es donde aparece en escena el “Riesgo Moral”. Antes de Lehman, se podía creer que los policy makers no dejarían nunca caer a uno de los grandes bancos o a una economía central. Hoy, se tiene plena certeza de ello. La onda expansiva que generó la explosión de Lehman para el sistema financiero y para la actividad económica mundial fueron trágicas. La cadena de pagos rota y el efecto dominó que se produjo por la aventura de dejar caer a un grande, despeja el panorama de cualquier otra posibilidad que no sea el salvataje. Nadie está dispuesto a presionar el botón rojo de nuevo. En consecuencia, el apetito por el riesgo es artificialmente mayor.
Estamos así ante la virtual desaparición del riesgo específico. Da igual si es Grecia, Irlanda, España o Fannie Mae. El salvataje le da al mercado un mensaje peligroso, porque no se elimina el costo del defaut griego sino que se lo neutraliza a costa de aumentar el riesgo sistémico.
Sarkozy se apuró en aclarar “lo que hacemos para Grecia no lo haremos para nadie más”. ¿Será cierto? El mensaje del presidente de Francia intenta sostener la idea de que las demás 16 naciones de la zona euro, pagarán sus compromisos por su cuenta, evitando que los inversores y los gobiernos tomen posiciones excesivamente riesgosas. Sin embargo, lo que queda en evidencia es que se harán todos los esfuerzos que sean necesarios para que no haya un quiebre financiero. La secuela es que el sistema tomará cada vez más riesgo y será cada vez más peligroso permitir un default, retroalimentando así un círculo vicioso que permite inferir que la próxima crisis será mucho más severa que la anterior.
Por otra parte, Argentina representa la contracara. Su default, no contagió a nadie, apenas un sacudón en Uruguay (0,06% del PIB Mundial). De esta forma, quedó en evidencia que nuestro país estaba (y seguramente sigue), en términos financieros, desconectado del mundo. A su vez, no es un país estratégico desde la geopolítica y por lo tanto es susceptible de ser abandonado a su suerte. El “too big to fall” no alcanza a la Argentina, porque es un país pequeño. A pesar de tener un PIB superior al de Grecia, su relevancia es menor.
Esta situación repercute negativamente en la valoración del riesgo argentino. Los inversores al apostar por Argentina asumen un riesgo específico que no asumen en muchísimos otros activos, porque Argentina, como quedó demostrado, sí puede defaultear. Es así que nuestro riesgo país, a la hora de competir con otras naciones, queda en inferioridad de condiciones.
La buena noticia, es que el gobierno argentino tiene mayores incentivos para mantener en orden sus finanzas, dado que cualquier desvío es más costoso que para el resto de los países.

miércoles, 13 de julio de 2011

Balance Económico de la Gestión K

El reciente acto eleccionario que finalizó con un contundente triunfo oficialista invita a realizar un análisis retrospectivo de los resultados más destacados en materia económica de la gestión K y sus desafíos futuros.

En mayo del año 2003 el principal problema que aquejaba a la economía era sin ninguna duda el desempleo. La desocupación superó el límite psicológico de un dígito en mayo de 1994, y de ahí en adelante fue convirtiéndose, por su magnitud y constancia, en una carga terrible que parecía imposible aligerar. Cuando asumió la presidencia Néstor Kirschner, el empleo era un tema no resuelto (desocupación + subocupación) para casi el 35% de la población económicamente activa. Ahora, llegando al final del primer mandato de Cristina Fernandez, la desocupación afecta al 7,3% y la subocupación a menos del 6%. Este es el mayor éxito de la Gestión K. Más allá de que cada uno puede plantear su explicación al respecto, haya sido por el "viento de cola" o gracias a las ingeniosas políticas implementadas por el modelo Nac&Pop, lo cierto es que el problema ha sido resuelto. Y por la complejidad del mismo y los efectos sociales devastadores que tiene el desempleo, es un gran logro de esta gestión.

Otro éxito de la administración K, impensado en mayo del 2003, es el de la deuda externa. Argentina tuvo a “la deuda” al tope de la agenda económica por más de 25 años. Los compromisos asumidos por el estado asomaban como una montaña enorme que la nación debería cargar sobre sus espaldas más allá de sus fuerzas, de generación en generación. No obstante, pasamos de tener una relación Deuda/PIB de más del 100% a una de menos del 50%. Más aún, si descontamos la parte de la deuda que está en manos del estado a través de organismos públicos, el ratio Deuda(Neta)/PIB es menor al 25%. Otro logro sin duda destacable.

Existen varios aspectos de la economía en los que los resultados no han sido tan alentadores. Podríamos hacer mención a la discutible política energética, con subsidios a los deciles más altos de la población. O referirnos a la controversia en torno a las medidas en materia previsional, con estatización de las AFJP, veto al 82% móvil y moratorias indiscriminadas para jubilar a gente que nunca aportó. Pero seguramente la inflación ha sido el principal déficit de esta administración.

La inflación se convirtió en el principal problema a resolver. La muy rebelde no hace caso ni al Indec ni a los controles de precios. Nadie logra domarla. Para peor, el gobierno la convirtió en un tema tabú. En consecuencia, no hay ni puede haber una estrategia oficial para combatirla. La estrategia, en todo caso, pareciera ser ningunearle espacio. Pero a la muy atrevida se le vienen cayendo un par de sotas por año y se termina haciendo espacio igual, irremediablemente.

Si pretendemos alcanzar el ideal de desarrollo económico, necesitamos de una moneda sólida que sea reserva de valor, para que la población ahorre en moneda local y este ahorro se canalice en inversiones que generen un círculo virtuoso de crecimiento, empleo y desarrollo. Para lograr esto último lo más acertado, a mi entender, es darle razones fundadas a los argentinos para que confíen en su moneda. Viene a colación entonces la definición que hace el Banco Central de Canadá de la estabilidad de precios: "La estabilidad de precios es una situación en la cual la inflación es lo suficientemente baja como para no tener un efecto sensible en las decisiones económicas de las personas".