La
política de "tipo de cambio administrado" que ha venido
llevado adelante el Banco Central desde el año 2004 con Martín
Redrado y luego continuada con Mercedes Marcó Del Pont, ha llegado a
su fin.
El
punto de quiebre, desde el punto de vista psicológico, se produjo el
5 de septiembre pasado, cuando se informó que las reservas del Banco
Central perforaron la barrera de los U$S 50 mil millones.
Pero
¿cuál ha sido la política monetaria y cambiaria del modelo
"Nacional y Popular"? Hasta aquí, lo que ha venido
haciendo el Banco Central es aumentar la base monetaria, convalidando
así una inflación del 25% anual. Por otra parte, la afluencia de
dólares provenientes del comercio, generó una apreciación del peso
en términos reales, al igual que en toda la región.
La
diferencia radica en que aquí, la apreciación real del peso se
produjo con inflación en los precios internos y dólar estable.
Mientras que en el resto de la región, la tasa de inflación fue
baja, pero con una caída en el precio nominal del dólar. En
términos reales, el efecto es el mismo.
Pero
en términos nominales es distinto. El planteo que suponía que la
inflación en los niveles actuales "no es tan mala", quedó
totalmente desvirtuado al ver el resultado que produjo a largo plazo:
la destrucción de la confianza en el peso.
La
política deliberada de alta inflación ha acentuado el desapego de
los argentinos por su moneda. Suele decirse que "los argentinos
pensamos en dólares". Lo cual es cierto, pero no por tratarse
de un axioma, sino por ser el resultado inevitable de las políticas
monetarias implementadas. Desde septiembre de 2004, la base monetaria
se expandió en un 310% (datos del BCRA), y los precios (calculados
por los entes estadísticos provinciales confiables) treparon un
215%.
No
obstante este contexto de tasas de interés nominales negativas, los
ahorristas no salían espantados. Entendían que colocar un plazo
fijo en pesos al 10% anual con una tasa de inflación del 25%, les
cerraba porque el dólar quieto les auguraba un buen rendimiento en
dólares. Es así, que en el período sep. 2004 - jul. 2011, mientras
el dólar se mantuvo relativamente quieto, los depósitos en pesos
crecieron un 290%.
¿Por
qué será distinto a partir de ahora? Porque el comercio
internacional ya no es un proveedor tan eficiente de divisas y por lo
tanto, el Banco Central ya no podrá sostener la brecha entre
inflación y aumento nominal del dólar sin costo en términos de
reservas.
La
tendencia es entonces hacia una confluencia entre la inflación y el
aumento en el precio del dólar. Esto aceleraría la caída de la
demanda de pesos, porque la inflación ha minado una de las funciones
básicas del dinero, que es la de ser reserva de valor. El resultado
es que Argentina ya no contaría con una moneda, sino que lo que
tendría es una cuasi moneda, que cumple sólo algunas de las
funciones básicas del dinero.
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