martes, 15 de noviembre de 2011

"It's the Peso, stupid"


Las medidas implementadas por el gobierno para limitar la demanda de dólares llevan de manera natural a preguntarse por qué la gente demanda dólares. Sin embargo, me parece más interesante ahondar en los motivos por los cuales la gente (no) demanda pesos.

Hay distintos motivos que inciden en el nivel de la demanda de dinero. Por un lado, tenemos el nivel de ingreso. El crecimiento de la economía requiere de mayores cantidades de dinero para realizar las transacciones, y por ende aumenta la demanda de pesos. Asimismo, el crecimiento del producto también genera excedentes que se canalizan en mayor ahorro y consecuentemente en mayor demanda de pesos.

Por otra parte tenemos el papel que juega la tasa de interés. Durante los años del Modelo K, la tasa de interés real fue negativa y de esta manera se ha desincentivado el ahorro en moneda nacional. En economía, la gran mayoría de las medidas que se toman tienen pros y contras y finalmente priman las decisiones de índole política para determinar qué camino seguir. Este caso es un ejemplo claro. Las tasas de interés bajas promueven la inversión y permiten tener un tipo de cambio real más competitivo al quitarle motivación a la llegada de capitales especulativos, como vemos que ocurre, por ejemplo en Brasil. Pero está claro que si pensamos que los agentes son racionales, las tasas de interés real negativas le quitan motivaciones al ahorro, porque al tomar la decisión de ahorrar estamos perdiendo consumo en términos netos.

Y finalmente, la inflación. Si bien la inflación está obviamente relacionada con la tasa de interés real, su impacto debiera analizarse por separado. El aumento sostenido en los precios va matando lentamente la confianza en la moneda y la población termina acostumbrándose a desprenderse de su moneda lo más rápidamente posible para no perder poder de compra. Para los gobiernos puede resultar tentador despreocuparse por los costos de la inflación puesto que se obtienen beneficios de corto plazo, mientras que los costos se pagan a largo plazo. Claro que los costos que se pagan superan con creces a los beneficios obtenidos por su efecto, ya que tener una elevada inflación implica dejar de tener moneda.

Argentina es entonces un país que ha decidido no tener moneda. Nadie ahorra en pesos. Los seguros de vida se contratan en dólares. Las operaciones inmobiliarias se realizan en dólares. Hasta los anuncios de inversiones que realizan los funcionarios suelen comunicarse a la prensa en dólares.

Como vemos, el problema no es el dólar sino el peso. La demanda de dólares es una demanda por el servicio de "Reserva de Valor". Viéndolo así, podemos concluir en que seguramente sería mucho más efectivo que en lugar de poner trabas a la demanda de dólares, los policy makers le den a los agentes económicos buenos motivos para demandar pesos. Para esto sería necesario pensar un país con un horizonte temporal de más de tres meses. ¿Será posible?