jueves, 30 de enero de 2014

INFLACIÓN O DISPERSIÓN DE PRECIOS, PROCESOS DIFERENTES PERO RELACIONADOS


A priori, buscar una relación entre el fenómeno de la inflación y el de la dispersión de precios parecería no tener mucho sentido. Se trata de dos fenómenos totalmente distintos. La inflación es el aumento generalizado y sostenido en el nivel de precios, mientras que la dispersión es la brecha que puede presentarse en el precio de un determinado producto.
Por otra parte, la mera existencia de dispersión de precios supone un desafío para la ciencia económica porque no resulta racional pensar que un producto homogéneo pueda presentar más de un precio. Según la teoría microeconómica, los consumidores deberían arbitrar de forma tal que el oferente que está por encima del precio de equilibrio se vea forzado a bajarlo para conseguir clientes y finalmente confluir hasta alcanzar el nivel mínimo de rentabilidad de mercado, donde el ingreso marginal iguala al costo marginal. Pero más allá del tecnicismo, ¿quién estaría dispuesto a pagar más por el mismo producto? Este fenómeno supondría que los agentes no son racionales, o bien, que por problemas de información los consumidores no siempre logran acceder a los mejores precios.
Suponiendo que los agentes sí son racionales y que el desequilibrio se origina en las fallas que se presentan en  la distribución de la información, la solución sería entonces facilitar un mayor acceso a la misma. Podríamos incluso suponer que la respuesta a este problema se encuentra en la máxima de Lita de Lazzari: “hay que caminar”. Lo cual no es del todo errado, pero conlleva implícito un costo extra: el tiempo. El tiempo en buscar información (o en caminar buscándola) tiene un costo que, exante, no sabemos si será compensado en el precio final abonado por el producto buscado. Es una inversión de resultado incierto.
¿Qué podríamos esperar que ocurra en un contexto inflacionario con la dispersión de precios? El principal instrumento que tiene el consumidor para encontrar el precio más bajo es buscar información, lo cual tiene un costo en tiempo. Pero ocurre que en un contexto inflacionario el tiempo resulta mucho más costoso. El dinero quema y el consumidor no puede posponer la venta para recorrer otros locales o centros comerciales alternativos, ya que esta demora puede significar un aumento en el precio generado por la inflación.
De esta forma, el consumidor tiene menos herramientas para elegir por precio porque resulta más complejo determinar qué es caro y qué barato en un contexto de suba generalizada y sostenida de la nominalidad. De nada sirve recordar los precios de la última compra, ya que uno no puede determinar si la diferencia con el precio que tiene frente a sus ojos se debe al efecto de la inflación o efectivamente es que este comercio en particular está fuera de los valores de mercado. Esta situación también es percibida por el comerciante, que tiene pocos incentivos a competir por precio. ¿Para qué reduciría el comerciante su margen de ganancia si este comportamiento no es apreciado, y tal vez ni siquiera percibido por el consumidor?
Es así que resulta lógico esperar mayores niveles de dispersión de precios en contextos inflacionarios. Por lo tanto, como vemos, no hay contradicción alguna entre inflación y dispersión de precios, sino más bien todo lo contrario.

martes, 6 de agosto de 2013

¿Cuál es el Valor Ideal del Dólar? Una Mirada en Relación al Tipo de Cambio Real


Supongo que proponer una devaluación es un mensaje políticamente incorrecto. Algunos economistas creerán que es necesaria y no lo dirán, otros creerán ciertamente que una devaluación puede generar mayores tensiones inflacionarias y reducir el salario real.
Más allá de la definición de un mecanismo para alcanzar el valor ideal del dólar, es obviamente necesario definir previamente cuál debería ser ese valor a alcanzar.
Un elemento importante para definir el valor de cualquier bien es la escasez relativa que tiene. Hasta principios del año 2011 las reservas fueron creciendo, logrando superar los U$S 52 mil millones. A partir de ese momento el Banco Central fue perdiendo reservas hasta el punto actual, contando con U$S 37 mil millones, lo cual representa una caída del 29%.
Entre el pico de reservas y la situación actual sucedieron muchas cosas. Durante todo el año 2011 el Banco Central se desprendió de dólares para contener la suba, financiando gratuitamente una fuga con la intención de minimizar el ruido antes de las elecciones presidenciales de ese año, alcanzando incluso a vender dólar futuro a tasa cero para contener su valor. Luego de la victoria electoral llegó el cepo, limitando la compra para atesoramiento y ahorro en moneda extranjera y finalmente la prohibición para la compra de divisas, excepto para importar (previa autorización de las famosas DJAI) y para hacer turismo en algunos casos y con valores limitados.
Vemos entonces que se han realizado esfuerzos dirigidos a evitar que el valor del dólar suba más de lo que lo ha hecho, que de todas formas no fue poco, ya que desde el pico de reservas hasta hoy lleva ganados un 38% en términos nominales. Y es evidente que el valor del dólar podría ser más elevado puesto que mientras el Central vende sus divisas a $5,50, en el mercado paralelo hay interesados dispuestos a pagar más de $8,50 por el mismo activo. Esta brecha representa un costo cuasi fiscal que paga el Central. En otras palabras, podemos afirmar que el Central subsidia el precio del dólar.
Toda medida económica tiene ganadores y perdedores. Y ésta no es precisamente la excepción. El núcleo del análisis en este caso, es identificar quienes son los ganadores, quienes los perdedores, cual es el resultado final en el agregado, qué tipo de cambio es compatible con cada modelo de desarrollo, etc. Una vez hecho este esfuerzo intelectual, la opción es elegir en qué modelo de país nos gustaría vivir.
Las preguntas que surgen luego de realizarse este planteo son ¿vale la pena hacer tanto esfuerzo para contener el valor del dólar? ¿Tiene un impacto directo en el salario real y en los estratos más vulnerables de la población?
Para responder estas preguntas debemos focalizarnos en el impacto que tiene el valor del dólar en la economía y quién consume dólares. Por el lado del comercio, es lógico pensar que un dólar artificialmente barato no es beneficioso para la economía ya que no parece que tenga sentido castigar al exportador y beneficiar al importador. Un elemento que no puedo obviar es que el dólar barato facilita la incorporación de bienes de capital, ya que la mayor parte de éstos se producen en el exterior y su valor cotiza en dólares. Por otra parte, algunos podrán argumentar que el salario real podría bajar al subir el valor del dólar. Algo que es lógico puesto que la matriz productiva del país tiene componentes de origen importado. Pero, ¿es esta la mejor forma de utilizar recursos públicos para defender a los más vulnerables? ¿Quién consume más divisas en términos relativos? ¿Aquél que es rico o aquél que es pobre? No parece tan difícil responder a esta pregunta si nos planteamos interrogantes más sencillos. ¿Quién se va de vacaciones a Miami y Punta del Este? ¿Quién consume perfumes importados? ¿Quién compra electrónica y bebidas alcohólicas importadas? Ciertamente no son los empleados en negro, ni los desocupados, sino los sectores más acomodados de la sociedad. En todo caso, parece que tendría mucho más sentido que el Estado subsidie el valor de la carne, la leche o directamente la canasta básica de alimentos, en lugar de subsidiar el turismo emisivo, los autos de lujo importados y el champán francés. Tal vez es por esto que en el año 2003 Néstor Kirchner aseguraba “Yo no soy partidario de un dólar bajo, me interesa un dólar competitivo”.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Misterio Monetario: ¿Por qué la emisión de dinero no genera inflación en EE.UU. y sí lo hace en Argentina?




La inflación es uno de los grandes misterios de la economía. Digo que es un misterio porque aun no hay consenso entre los economistas acerca de sus causas. En general, muchos economistas creemos que la inflación es un fenómeno esencialmente monetario. No obstante, eso significa que no es estrictamente monetario, sino que es un proceso complejo que obedece a distintas causas y sobre todo, lo más interesante es que las causas pueden impactar de diferente forma según el contexto.
O sea que no se trata sólo de identificar el problema y aplicar la receta, sino que también hay que estudiar en qué contexto se da el problema: cuáles son las características del país, su historia, sus instituciones, en qué fase del ciclo económico se halla, etc.
EE.UU. logró mantener muy estables los precios a pesar de haber incrementado la Base Monetaria de manera espectacular. Argentina, en cambio, ha experimentado una tasa de inflación que dificulta el buen funcionamiento de su economía, afectando las decisiones de consumo-ahorro-inversión, generando mayores conflictos sindicales y acortando el horizonte temporal.
Según datos de la Reserva Federal, la Base Monetaria de los EE.UU. se incrementó un 214% entre Ene-08 y Oct-12. No obstante, la inflación que acumuló en ese período fue del 9,6%. Argentina, en el mismo período y con una política monetaria mucho más austera, ha experimentado una inflación que supera varias veces a la registrada en la gran potencia del Norte. La conclusión que surge con naturalidad sería que "no existe relación entre la cantidad de dinero y la inflación". Creo que esa conclusión es errada y a continuación explico por qué.
El valor del Dólar está dado por la interacción entre oferta y demanda, como ocurre con muchos otros bienes de la economía. Y si bien vimos que la Base Monetaria creció a más del doble, lo cierto es que la Oferta Monetaria ha crecido mucho menos. La oferta de dinero (agregado monetario M2) de EE.UU. en el mismo período ha avanzado solamente en un 36,6%. Esto se debe a que la creación secundaria de dinero ha tenido un desempeño en el sentido contrario, reduciendo el impacto del aumento de la Base Monetaria. Vale una aclaración para los no economistas, la creación secundaria de dinero se da cuando los bancos comerciales prestan una parte de sus depósitos y el dinero nuevamente fluye hacia la economía, luego vuelve a depositarse a los bancos y otra vez una parte es prestada. Decíamos que la oferta de dinero no se expandió, y eso sucedió porque los bancos no estaban en condiciones de aumentar los préstamos, sino más bien todo lo contrario. Adicionalmente, no hay que perder de vista que el Dólar tiene una demanda que va más allá de lo transaccional. El Dólar es la reserva de valor por excelencia del Mundo. Por lo tanto, al haber más cantidad lo que se reduce es el costo de obtener el preciado billete verde, o sea que una parte del impacto se materializó en la tasa de interés, que funciona como el precio del dinero. Es así que el costo del dinero a 10 años (tasa de los bonos del tesoro americano a 10 años) pasó del 4% anual al 1,5% aproximadamente en ese período.
En Argentina, en cambio, los aumentos en la Base Monetaria impactan en los precios porque la oferta de dinero ha aumentado en la misma proporción que la Base Monetaria y porque el Peso argentino no es considerado reserva de valor. Nuestro Peso es apenas un instrumento utilizado para realizar la mayor parte de las transacciones comerciales dentro de Argentina. Si la cantidad de transacciones no aumenta, o lo hace a una velocidad menor de lo que lo hace la oferta de dinero, el resultado es indefectiblemente un impacto en los precios. La inflación, entonces, es el reflejo de la pérdida de valor de un bien (el Peso) ante un exceso en su oferta.

jueves, 21 de junio de 2012

POR LOS ERRORES EN EL MANEJO DEL DÓLAR EL BCRA TE SUBSIDIA POR VIAJAR AL EXTERIOR

La trama de marchas y contramarchas en relación a las políticas llevadas adelante para determinar un tipo de cambio determinado nos ha llevado a subsidiar el turismo emisivo.

Antes que nada, me parece que corresponde hacer una breve descripción de cómo hemos llegado hasta aquí. En una primer etapa, el gobierno decía que defendía el trabajo de los argentinos y por ende un tipo de cambio real alto (dólar caro). Sin embargo su política se reducía a limitar la caída del dólar nominal, y con tasas de inflación muy por encima de las internacionales, la apreciación real ocurrió de todas formas. En los meses previos a las elecciones, el BC regaló divisas a precios de remate para no generar "ruido" y alcanzar la victoria electoral. Finalmente, pasaron las felices elecciones y el BC cerró el grifo y no permitió que los agentes aprovechen el ofertón del siglo.

Lo más contradictorio de todo este cambalache es que hoy, y a raíz de la irracionalidad en término de medidas económicas, un argentino que desea vacacionar en el exterior puede comprar pasajes y paquetes turísticos a un dólar de $4,50 cuando el dólar paralelo cotiza a $6. O sea que el BC, único ofertante a $4,50, subsidia a quien quiere gastar su dinero en el exterior en un 30%. Una vez más: Argentina, país generoso.

Desde lo económico, lo más interesante es que el fundamento para no dejar que el dólar nominal suba es que ésto traería inflación. Ante este argumento yo me pregunto, ¿es que acaso así no hay inflación? Toda la estrategia de mantener el dólar barato se basa en un concepto errado ya que no es el aumento del precio del dólar el causante de la inflación, sino que es ésta última la causante del aumento en el precio del dólar. Freezar el dólar no evita que los precios de los no transables sigan subiendo. Ya lo vimos con Martinez de Hoz, dólar quieto con inflación alta.

La prueba más contundente la tenemos en nuestra última experiencia de devaluación. En el año 2002 el precio del dólar se multiplicó por 4 y el IPC (con el INDEC creíble) subió un 60%. ¡La inflación en el año 2003 fue del 3,5%! Conclusión: la inflación es un fenómeno eminéntemente monetario. El precio del dólar es muy importante pero no es el determinante de la inflación, sino de los precios relativos, los cuales ajustan hacia arriba, tal como dijo Lord Keynes.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL CORTO PLAZO NOS ALCANZÓ


Supongo que todos los lectores conocen el cuento bíblico del sueño del Farón interpretado por José. Por las dudas lo repasamos brevemente. El Faraón soñó que se encontraba a la orilla del Nilo y del agua salían siete vacas gordas y hermosas que se pusieron a pastar en la orilla. Pero entonces salieron del agua otras siete vacas, feas y flacas, que devoraron a las primeras. Luego soñó que de una caña de trigo brotaban siete espigas hermosas y llenas de grano y tras ellas brotaban otras siete espigas, vacías y quemadas por el viento del desierto, que devoraron a las primeras. La interpretación de José no tardó en llegar: "Vendrán siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto y detrás de ellos vendrán siete años de escasez que harán que se olvide toda la abundancia en la tierra de Egipto". La respuesta del Faraón fue racional. Ahorrar en los años de vacas gordas para hacer frente a los años de vacas flacas.
Lamentablemente, esta enseñanza bíblica no ha sido tomada en cuenta. De otra forma no se entiende por qué en los años de crecimiento a "tasas chinas" que hemos tenido, no se ha ahorrado y ahora que aparecen serios nubarrones en el horizonte, nos enteramos que el dial no estaba tan bien sintonizado.
Pretender que falta resolver la sintonía fina, sería suponer que estamos bastante cerca del objetivo pretendido. ¿Y qué sería eso? Debería de ser una situación tal en la cual no haya dudas de que el país está recorriendo un sendero que lo lleva al desarrollo.
¿Y estamos camino a desarrollarnos? Hay varios aspectos de la economía que han cambiado radicalmente para bien durante la gestión Nac&Pop. La economía creció y se generó mucho empleo. También podemos resaltar la caída en la relación Deuda/PIB y el aumento de las manufacturas en la participación de las exportaciones. Si ampliamos el zoom y vemos lo que pasó en el resto de la región, la gestión no parece tan maravillosa, ya que todas las economías de la región han crecido y mejorado su situación social. Pero esto tampoco invalida los logros obtenidos, que son hechos fácticos indiscutibles.
El problema pasa porque en su momento no se previó, o no se quizo prever, el costo futuro del crecimiento que hemos obtenido hasta la actualidad y es por esto que hago mención al sueño del Faraón y la interpretación de José. Sé que hay un término que desarticula la estructura de valores del sentir progresista. El miedo que genera la palabra "ajuste" puede ser incluso superior al del más temible monstruo mitológico. Sin embargo no hay otra forma de llamarlo. Menores transferencias por quita de subsidios y suba de la tasa de interés es, acá y en la China, un ajuste.
Pero además el ajuste ha de ser necesariamente más profundo. Veamos por qué:
-Panorama fiscal: las cuentas públicas se han ido deteriorando de manera acelerada. Pasamos de subsidiar los casinos y las piletas climatizadas de Puerto Madero a tener que quitar los subsidios a la clase media, revoliarle el subte a la ciudad, reducir los vuelos de Aerolíneas, etc.
-Energía: pisamos los precios durante años y nos comimos los stocks existentes. Ahora estamos participando del mercado de hidrocarburos, pero como importadores.
-Inflación: jugamos a hacer magia. Nada por aquí, nada por allá. Pero aunque no la veamos la inflación siempre está. De esta forma nos quedamos sin moneda reserva de valor y los argentinos huyen despavoridos del peso.
-Dólar: en los años de vacas gordas, asistimos al subsidio a la compra de dólares por parte del Banco Central, que vendió dólar futuro a tasa cero y se deshizo de dólares a un precio muy por debajo del que los agentes estaban dispuestos a pagar. Y ahora directamente se cerró la ventanilla.
-Carne: ejemplo paradigmático del pensamiento cortoplacista. Nos comimos el stock ganadero y pasamos del festival carnívoro al asado de $35 el kilo.
-Inversión: defaulteamos la deuda ajustada por CER, mofándonos del mercado. A cambio, obtuvimos un pequeño ahorro fiscal de corto plazo, pero a costa de 500 a 700 puntos extras de riesgo país. De esta forma redireccionamos la inversión al exterior, y extranjerizamos las empresas locales, que venden sus activos a firmas extranjeras que pueden financianse a tasas desmorenizadas.
El cortoplacismo nos alcanzó y deberemos hacernos cargo. Tenemos dos caminos por delante:
1) Seguir buscando algún atajo que nos permita seguir consumiendo por encima de nuestras posibilidades por un tiempo más.
2) Buscar el desarrollo con proyectos de largo plazo, seriedad y crecimiento con inclusión sustentable en el tiempo, que incentive la inversión productiva y permita que afloren los animal spirits.

martes, 15 de noviembre de 2011

"It's the Peso, stupid"


Las medidas implementadas por el gobierno para limitar la demanda de dólares llevan de manera natural a preguntarse por qué la gente demanda dólares. Sin embargo, me parece más interesante ahondar en los motivos por los cuales la gente (no) demanda pesos.

Hay distintos motivos que inciden en el nivel de la demanda de dinero. Por un lado, tenemos el nivel de ingreso. El crecimiento de la economía requiere de mayores cantidades de dinero para realizar las transacciones, y por ende aumenta la demanda de pesos. Asimismo, el crecimiento del producto también genera excedentes que se canalizan en mayor ahorro y consecuentemente en mayor demanda de pesos.

Por otra parte tenemos el papel que juega la tasa de interés. Durante los años del Modelo K, la tasa de interés real fue negativa y de esta manera se ha desincentivado el ahorro en moneda nacional. En economía, la gran mayoría de las medidas que se toman tienen pros y contras y finalmente priman las decisiones de índole política para determinar qué camino seguir. Este caso es un ejemplo claro. Las tasas de interés bajas promueven la inversión y permiten tener un tipo de cambio real más competitivo al quitarle motivación a la llegada de capitales especulativos, como vemos que ocurre, por ejemplo en Brasil. Pero está claro que si pensamos que los agentes son racionales, las tasas de interés real negativas le quitan motivaciones al ahorro, porque al tomar la decisión de ahorrar estamos perdiendo consumo en términos netos.

Y finalmente, la inflación. Si bien la inflación está obviamente relacionada con la tasa de interés real, su impacto debiera analizarse por separado. El aumento sostenido en los precios va matando lentamente la confianza en la moneda y la población termina acostumbrándose a desprenderse de su moneda lo más rápidamente posible para no perder poder de compra. Para los gobiernos puede resultar tentador despreocuparse por los costos de la inflación puesto que se obtienen beneficios de corto plazo, mientras que los costos se pagan a largo plazo. Claro que los costos que se pagan superan con creces a los beneficios obtenidos por su efecto, ya que tener una elevada inflación implica dejar de tener moneda.

Argentina es entonces un país que ha decidido no tener moneda. Nadie ahorra en pesos. Los seguros de vida se contratan en dólares. Las operaciones inmobiliarias se realizan en dólares. Hasta los anuncios de inversiones que realizan los funcionarios suelen comunicarse a la prensa en dólares.

Como vemos, el problema no es el dólar sino el peso. La demanda de dólares es una demanda por el servicio de "Reserva de Valor". Viéndolo así, podemos concluir en que seguramente sería mucho más efectivo que en lugar de poner trabas a la demanda de dólares, los policy makers le den a los agentes económicos buenos motivos para demandar pesos. Para esto sería necesario pensar un país con un horizonte temporal de más de tres meses. ¿Será posible?

martes, 27 de septiembre de 2011

Dólar Futuro o la Vuelta a la "Tablita" de Martinez de Hoz


La política que comenzó a llevar adelante el Banco Central para contener el aumento de la divisa norteamericana, consiste en vender dólar futuro para no tener que vender en el mercado spot, y genera inevitablemente un deja vu con la tristemente célebre tablita de Martinez de Hoz. Aquella tuvo un resultado lamentable para la economía real y fantástico para el capital especulativo, lo cual no es un gran augurio para el proceso actual.

La elevada inflación ha herido de muerte al Peso. Esta moneda no alcanza de hecho el status de moneda, ya que no es reserva de valor y como unidad de medida y medio de cambio, su alcance es limitado. Este resultado es consecuencia de las malas políticas implementadas por el Banco Central, y sus responsables son Martín Redrado y Mercedes Marcó Del Pont.

Pero hete aquí que las decisiones en política económica que se llevan adelante en este país siempre te pueden sorprender. Cuando se hizo evidente que el aumento nominal del dólar tenía que seguir por un sendero similar al de la inflación, los agentes salieron a buscar dólares. La dolarización de las carteras, no es más que una despesificación de las mismas. La premisa es huir del Peso, porque éste ha muerto. Entonces, lógicamente, el Banco Central se vio obligado a sacrificar reservas para contener el aumento en el precio del dólar. ¿Por qué no dejar que el dólar suba? Porque el dólar en nuestro país tiene una particularidad casi única: es un bien giffen. Cuanto más sube su precio, más atractivo se hace para los consumidores, cuya demanda es preservar su riqueza.

La solución que encontró el Banco Central, siempre más cerca de la alquimia que de la economía, fue vender dólar futuro con una tasa ímplicita de 0% o incluso negativa. Explico para el lector menos ducho en el tema. Si hoy el dólar cuesta $4,24 entonces te vendo dólar a un mes a $4,24. De esta forma el operador vende dólar hoy y compra a futuro, y gana una tasa de interés del 12% anual en pesos sin riesgo devaluatorio, porque ya está cubierto a $4,24. Esto en finanzas es arbitrar, ganar sin arriesgar.

La tablita de Martinez de Hoz tenía un mecanismo muy similar, aseguraba un valor futuro del dólar, con lo cual uno podía colocar pesos a plazo fijo a tasas elevadas sin correr riesgos devaluatorios. Llamativamente, nos encontramos otra vez en una vieja y conocida encrucijada, hacer las cosas bien o seguir pateando los problemas para adelante y después vemos. Por ahora, parece que la batalla la ganó el argentinazo, "lo atamo con alambre".

jueves, 8 de septiembre de 2011

Dólar vs. Inflación: ¿ante el fin de un Paradigma y Cambio de Rumbo?


La política de "tipo de cambio administrado" que ha venido llevado adelante el Banco Central desde el año 2004 con Martín Redrado y luego continuada con Mercedes Marcó Del Pont, ha llegado a su fin.

El punto de quiebre, desde el punto de vista psicológico, se produjo el 5 de septiembre pasado, cuando se informó que las reservas del Banco Central perforaron la barrera de los U$S 50 mil millones.

Pero ¿cuál ha sido la política monetaria y cambiaria del modelo "Nacional y Popular"? Hasta aquí, lo que ha venido haciendo el Banco Central es aumentar la base monetaria, convalidando así una inflación del 25% anual. Por otra parte, la afluencia de dólares provenientes del comercio, generó una apreciación del peso en términos reales, al igual que en toda la región.

La diferencia radica en que aquí, la apreciación real del peso se produjo con inflación en los precios internos y dólar estable. Mientras que en el resto de la región, la tasa de inflación fue baja, pero con una caída en el precio nominal del dólar. En términos reales, el efecto es el mismo.

Pero en términos nominales es distinto. El planteo que suponía que la inflación en los niveles actuales "no es tan mala", quedó totalmente desvirtuado al ver el resultado que produjo a largo plazo: la destrucción de la confianza en el peso.

La política deliberada de alta inflación ha acentuado el desapego de los argentinos por su moneda. Suele decirse que "los argentinos pensamos en dólares". Lo cual es cierto, pero no por tratarse de un axioma, sino por ser el resultado inevitable de las políticas monetarias implementadas. Desde septiembre de 2004, la base monetaria se expandió en un 310% (datos del BCRA), y los precios (calculados por los entes estadísticos provinciales confiables) treparon un 215%.

No obstante este contexto de tasas de interés nominales negativas, los ahorristas no salían espantados. Entendían que colocar un plazo fijo en pesos al 10% anual con una tasa de inflación del 25%, les cerraba porque el dólar quieto les auguraba un buen rendimiento en dólares. Es así, que en el período sep. 2004 - jul. 2011, mientras el dólar se mantuvo relativamente quieto, los depósitos en pesos crecieron un 290%.

¿Por qué será distinto a partir de ahora? Porque el comercio internacional ya no es un proveedor tan eficiente de divisas y por lo tanto, el Banco Central ya no podrá sostener la brecha entre inflación y aumento nominal del dólar sin costo en términos de reservas.

La tendencia es entonces hacia una confluencia entre la inflación y el aumento en el precio del dólar. Esto aceleraría la caída de la demanda de pesos, porque la inflación ha minado una de las funciones básicas del dinero, que es la de ser reserva de valor. El resultado es que Argentina ya no contaría con una moneda, sino que lo que tendría es una cuasi moneda, que cumple sólo algunas de las funciones básicas del dinero.

viernes, 22 de julio de 2011

Grecia, Salvataje y Riesgo Moral

Finalmente, las especulaciones del mercado se hicieron realidad: se acordó un nuevo rescate para Grecia. Después de recibir un paquete de 110.000 millones de dólares en mayo de 2010, se prepara otro por 155.000 millones.
Pareciera que Europa no tiene límites a la hora de ayudar a Grecia. ¿Por qué tanto empeño en salvar del default a un país que representa apenas el 0,5% del PIB mundial? ¿Altruismo? ¿Compasión? Ciertamente no.

Luego de la caída de Lehman Brothers el mundo aprendió una lección: es mucho, pero mucho más costoso castigar a quienes apuestan por activos riesgosos que rescatarlos.

Y aquí es donde aparece en escena el “Riesgo Moral”. Antes de Lehman, se podía creer que los policy makers no dejarían nunca caer a uno de los grandes bancos o a una economía central. Hoy, se tiene plena certeza de ello. La onda expansiva que generó la explosión de Lehman para el sistema financiero y para la actividad económica mundial fueron trágicas. La cadena de pagos rota y el efecto dominó que se produjo por la aventura de dejar caer a un grande, despeja el panorama de cualquier otra posibilidad que no sea el salvataje. Nadie está dispuesto a presionar el botón rojo de nuevo. En consecuencia, el apetito por el riesgo es artificialmente mayor.
Estamos así ante la virtual desaparición del riesgo específico. Da igual si es Grecia, Irlanda, España o Fannie Mae. El salvataje le da al mercado un mensaje peligroso, porque no se elimina el costo del defaut griego sino que se lo neutraliza a costa de aumentar el riesgo sistémico.
Sarkozy se apuró en aclarar “lo que hacemos para Grecia no lo haremos para nadie más”. ¿Será cierto? El mensaje del presidente de Francia intenta sostener la idea de que las demás 16 naciones de la zona euro, pagarán sus compromisos por su cuenta, evitando que los inversores y los gobiernos tomen posiciones excesivamente riesgosas. Sin embargo, lo que queda en evidencia es que se harán todos los esfuerzos que sean necesarios para que no haya un quiebre financiero. La secuela es que el sistema tomará cada vez más riesgo y será cada vez más peligroso permitir un default, retroalimentando así un círculo vicioso que permite inferir que la próxima crisis será mucho más severa que la anterior.
Por otra parte, Argentina representa la contracara. Su default, no contagió a nadie, apenas un sacudón en Uruguay (0,06% del PIB Mundial). De esta forma, quedó en evidencia que nuestro país estaba (y seguramente sigue), en términos financieros, desconectado del mundo. A su vez, no es un país estratégico desde la geopolítica y por lo tanto es susceptible de ser abandonado a su suerte. El “too big to fall” no alcanza a la Argentina, porque es un país pequeño. A pesar de tener un PIB superior al de Grecia, su relevancia es menor.
Esta situación repercute negativamente en la valoración del riesgo argentino. Los inversores al apostar por Argentina asumen un riesgo específico que no asumen en muchísimos otros activos, porque Argentina, como quedó demostrado, sí puede defaultear. Es así que nuestro riesgo país, a la hora de competir con otras naciones, queda en inferioridad de condiciones.
La buena noticia, es que el gobierno argentino tiene mayores incentivos para mantener en orden sus finanzas, dado que cualquier desvío es más costoso que para el resto de los países.

miércoles, 13 de julio de 2011

Balance Económico de la Gestión K

El reciente acto eleccionario que finalizó con un contundente triunfo oficialista invita a realizar un análisis retrospectivo de los resultados más destacados en materia económica de la gestión K y sus desafíos futuros.

En mayo del año 2003 el principal problema que aquejaba a la economía era sin ninguna duda el desempleo. La desocupación superó el límite psicológico de un dígito en mayo de 1994, y de ahí en adelante fue convirtiéndose, por su magnitud y constancia, en una carga terrible que parecía imposible aligerar. Cuando asumió la presidencia Néstor Kirschner, el empleo era un tema no resuelto (desocupación + subocupación) para casi el 35% de la población económicamente activa. Ahora, llegando al final del primer mandato de Cristina Fernandez, la desocupación afecta al 7,3% y la subocupación a menos del 6%. Este es el mayor éxito de la Gestión K. Más allá de que cada uno puede plantear su explicación al respecto, haya sido por el "viento de cola" o gracias a las ingeniosas políticas implementadas por el modelo Nac&Pop, lo cierto es que el problema ha sido resuelto. Y por la complejidad del mismo y los efectos sociales devastadores que tiene el desempleo, es un gran logro de esta gestión.

Otro éxito de la administración K, impensado en mayo del 2003, es el de la deuda externa. Argentina tuvo a “la deuda” al tope de la agenda económica por más de 25 años. Los compromisos asumidos por el estado asomaban como una montaña enorme que la nación debería cargar sobre sus espaldas más allá de sus fuerzas, de generación en generación. No obstante, pasamos de tener una relación Deuda/PIB de más del 100% a una de menos del 50%. Más aún, si descontamos la parte de la deuda que está en manos del estado a través de organismos públicos, el ratio Deuda(Neta)/PIB es menor al 25%. Otro logro sin duda destacable.

Existen varios aspectos de la economía en los que los resultados no han sido tan alentadores. Podríamos hacer mención a la discutible política energética, con subsidios a los deciles más altos de la población. O referirnos a la controversia en torno a las medidas en materia previsional, con estatización de las AFJP, veto al 82% móvil y moratorias indiscriminadas para jubilar a gente que nunca aportó. Pero seguramente la inflación ha sido el principal déficit de esta administración.

La inflación se convirtió en el principal problema a resolver. La muy rebelde no hace caso ni al Indec ni a los controles de precios. Nadie logra domarla. Para peor, el gobierno la convirtió en un tema tabú. En consecuencia, no hay ni puede haber una estrategia oficial para combatirla. La estrategia, en todo caso, pareciera ser ningunearle espacio. Pero a la muy atrevida se le vienen cayendo un par de sotas por año y se termina haciendo espacio igual, irremediablemente.

Si pretendemos alcanzar el ideal de desarrollo económico, necesitamos de una moneda sólida que sea reserva de valor, para que la población ahorre en moneda local y este ahorro se canalice en inversiones que generen un círculo virtuoso de crecimiento, empleo y desarrollo. Para lograr esto último lo más acertado, a mi entender, es darle razones fundadas a los argentinos para que confíen en su moneda. Viene a colación entonces la definición que hace el Banco Central de Canadá de la estabilidad de precios: "La estabilidad de precios es una situación en la cual la inflación es lo suficientemente baja como para no tener un efecto sensible en las decisiones económicas de las personas".

jueves, 2 de junio de 2011

Objetivo: Tipo de Cambio Real Alto

Mantener el tipo de cambio real (TCR) alto, ha sido presentado como uno de los pilares del “modelo” económico del gobierno. El objetivo, claro está, fue mejorar la competitividad de la producción nacional.

Sabemos que el comercio internacional es un juego de suma cero. Todo lo que se exporta es igual a todo lo que se importa, y si un país tiene superávit comercial es porque algún otro tiene un déficit.

¿Puede mantenerse indefinidamente el TCR alto? El país que tiene un superávit comercial, genera un excedente de divisas que se vuelcan al mercado. Esto disminuye el valor de la moneda extranjera, valorizándose así la moneda local. De esta forma, se van encareciendo los productos fabricados localmente y se tiende al equilibrio comercial.

Evitar esta dinámica es una tarea compleja. El gobierno lo ha intentado. Ha seguido la política de comprar el excedente de divisas con pesos emitidos por el Banco Central. Esto soluciona el problema de la sobre oferta de divisas, pero a su vez genera otra dificultad, que es el exceso de pesos en la economía, que a su vez provocan inflación. El aumento de los precios internos, termina entonces provocando una apreciación real del tipo de cambio, porque la inflación local supera a la inflación internacional, sin que esto se refleje en un aumento nominal equivalente en el precio de las divisas.

Es así que para controlar la cantidad de pesos que se vuelcan al mercado, el Banco Central ha emitido bonos para esterilizar al mercado, o sea para rescatar parte de los pesos que emitió para comprar las divisas, y a cambio ofrece una tasa de interés. Esto representa una solución, pero que solo es sustentable en el corto plazo, porque el stock de bonos que se puede emitir tiene un límite y se compromete la solvencia del emisor (Banco Central).

En síntesis, este proceso ha elevado el stock de bonos emitidos por el Banco Central a más de 85 mil millones de pesos, y no ha sido suficiente ya que la base monetaria pasó de 34 mil millones a 172 mil millones de pesos entre mayo del 2003 y mayo del 2011, llevando la inflación del 3,5% en el año 2003 al 25% del 2010.

¿Es imposible entonces, mantener el TCR alto a largo plazo? No es imposible, pero el único modo de lograrlo es con grandes superávits fiscales, que permitan que sea el Tesoro, en lugar del Banco Central, quien compre el excedente de divisas, permitiendo que no baje el precio de las mismas ni se erosione el valor del peso por la inflación. El mecanismo para lograrlo es alcanzable, pero requiere de un cambio que conlleva una importante decisión política.

martes, 24 de mayo de 2011

LA AGENDA ECONÓMICA MÁS ALLÁ DE LAS ELECCIONES

Partiendo de la base de que es cierto que Argentina viene experimentando un proceso de crecimiento importante desde la salida de la convertibilidad, la pregunta que surge ahora es si el “modelo” está en vías de agotarse o todavía tiene margen para seguir al ritmo actual manteniendo las mismas premisas.

Lo que se observa, es que la economía ha crecido más allá de lo que lo ha hecho su potencial de producción. Cayó fuerte el desempleo y aumentó la utilización de la capacidad instalada, que en algunos sectores está al límite. Por lo tanto, para seguir creciendo es necesario elevar la tasa de inversión.

La inversión pública depende de decisiones políticas que tienen limitaciones presupuestarias, mientras que la inversión privada depende de decisiones económicas. En estas últimas me quiero detener.

¿Qué mira un inversor a la hora de tomar una decisión de inversión? Básicamente dos cosas: los flujos esperados y la tasa de descuento.

Los flujos esperados dependen del negocio, desde luego, pero también del tipo de cambio real para el caso de los bienes y servicios que se transan internacionalmente. De aquí que el gobierno ha presentado al TCR alto como uno de los pilares del “modelo”.

Por otra parte, la tasa de descuento que exige un inversor para hundir capital en el país es de las más elevadas de la región, por nuestro conocido “riesgo país”.

¿Qué política podría llevar adelante el gobierno para convencer a los capitalistas a que inviertan en el país?

Si Argentina mejorara su resultado fiscal, podría comprar el excedente de los dólares comerciales con fondos del tesoro, en lugar de hacerlo con fondos del Banco Central. Esto permitiría que disminuya el ritmo de crecimiento de los agregados monetarios, uno de los causantes de la inflación, mejorando así el tipo de cambio real, o al menos evitando que continúe el deterioro del mismo.

Asimismo, mejoraría la situación frente a la deuda, porque se cancelaría una mayor proporción de las obligaciones del tesoro con recursos genuinos, sin acudir al Banco Central u otros organismos públicos, lo cual podría mejorar la calificación crediticia del país y su riesgo soberano.

De esta forma se lograría que mejoren los dos miembros de la ecuación que toma en cuenta el inversor al momento de decidir, y podría elevarse la inversión de manera sustentable.

Paralelamente, reducir la inflación permite ampliar el horizonte temporal y mejorar la distribución del ingreso, que a su vez genera un círculo virtuoso de crecimiento y desarrollo.

viernes, 8 de abril de 2011

Chile y Brasil: ¿Modelos de Desarrollo Económico o de Marketing Político?

En los últimos años se han manifestado muchas opiniones favorables a seguir los pasos de Brasil y Chile, tomando a estos países como los modelos para alcanzar el desarrollo.
Ambos son considerados por las calificadoras de riesgo como “Investment Grade”, los analistas políticos los llaman “democracias predecibles” y muchos colegas (economistas) destacan que tienen políticas de largo plazo.
Ahora bien, más allá de las políticas llevadas adelante por estos países, me pregunto ¿son tan buenos los resultados que obtuvieron? ¿Corresponde mirar con tanta admiración a nuestros vecinos? Muchas veces ponderamos sobremanera la bijouterie y perdemos de vista lo concreto, lo importante. Se valora el “Investment Grade” otorgado por una calificadora de riesgo de dudosa reputación, la organización de Juegos Olímpicos y de un Mundial de Fútbol, el ingreso a la OCDE, etc. Pero ¿cuáles son los logros económicos?
En su reciente visita a Sudamérica, el Presidente de EE.UU. Barack Obama afirmó que “Chile es uno de los grandes éxitos de la región”. Pero, ¿en qué se basa para dar este veredicto? Se dice que Chile es una economía moderna y competitiva, sus instituciones sólidas y sus gobernantes serios y honestos. Muy bien, ¿y qué exporta Chile? Cobre. La actividad minera explica casi el 60% de las exportaciones del país trasandino y las manufacturas no alcanzan el 12% de participación (datos de la Organización Mundial de Comercio). ¿Cuál es entonces el éxito del modelo chileno? Tener grandes yacimientos de cobre. ¿Podemos pues, seguir el 'modelo' chileno? Tiene tanto sentido como seguir el modelo Qatarí sin petróleo.
Veamos el caso del país mais grande do mundo. Brasil tiene una composición de sus exportaciones mucho más interesante. El 39,2% de sus ventas externas son manufacturas, siendo éste, el componente más importante. Pero esa es la foto, ¿y qué ocurre con la película? Hace 10 años las manufacturas representaban el 59,1% de sus exportaciones, y esto durante los promocionados años de Luiz Inacio Lula Da Silva en el poder.
Argentina fue el único de los tres países que pudo expandir la participación de las manufacturas en las exportaciones. Algo vital si aspiramos a parecernos a los países desarrollados.
Otro aspecto prioritario a mejorar, si pretendemos acercarnos al ideal de país desarrollado es la distribución del ingreso. Brasil y Chile son dos de los peores exponentes en este sentido a nivel mundial, con coeficientes de Gini de 0,54 y 0,53 (datos del Banco Mundial). Con respecto a Chile, el Banco Mundial afirma en su página oficial que “La desigualdad sigue siendo alta... Ha habido poco progreso en el ámbito de la distribución del ingreso y las brechas de estos, sin cambios significativos en las tendencias”.
Con esto no pretendo presentar a nuestro país como modelo de desarrollo. Estamos muy lejos de serlo. Creo que lo hecho en los últimos años es absolutamente perfectible. No obstante, para llegar a buen puerto siempre es conveniente contar con una brújula que nos permita no confundir cuál es el Norte.

martes, 15 de marzo de 2011

Resultados de la Política Industrial

Las políticas que se llevan adelante pueden parecernos buenas, malas y a veces hasta descabelladas. No obstante, a la hora de evaluar si un proceso ha sido exitoso o no, lo que nos queda por hacer es observar los resultados obtenidos para sacar conclusiones.

¿Y dónde deberíamos poner la lupa para saber si la política industrial ha sido exitosa? Un viejo proverbio popular dice que “en la cancha se ven los pingos”, y por lo tanto es el comercio exterior el mejor espacio para evaluar la evolución en la materia. Porque exportar significa que alguien en algún lugar del mundo, ha decidido que nuestro producto es el que tiene la mejor relación precio/calidad. Y porque las ventas externas están libres de las manipulaciones estadísticas.

Si analizamos la performance de las exportaciones de los últimos tres años de la convertibilidad (1999-2001), respecto a la de los últimos tres años del actual modelo (2008-2010), vemos que las mismas aumentaron un 103% en dólares constantes, o sea descontando la inflación de EE.UU..

Ahora bien, parte de ese aumento se explica por la formidable mejora en el precio relativo de los productos que producimos. La Energía lideró la suba en precios con un 218%. Las manufacturas de origen agropecuario (MOA) vieron mejorar sus precios en un 91%, las materias primas (MP) en un 88% y muy por debajo las manufacturas de origen industrial (MOI) en un 28%.

Obviamente, uno esperaría que la participación en las exportaciones crezca en los sectores que con mayor fuerza vieron aumentar sus precios. Primero porque manteniendo el mismo volumen físico, aumentaría el valor más que proporcionalmente, y segundo porque aumentaría el incentivo sobre éstos sectores. Sin embargo el resultado ha sido absolutamente distinto.

Las MOI son ahora el componente de mayor peso en las exportaciones argentinas, con al 29% del total exportado y liderando el aumento en cantidades con 115%. Luego se destacan las MOA que aumentaron un 51% en cantidades, lo que les permitió alcanzar el 23% de la torta. Las MP también avanzaron, pero en menor medida, crecieron el 29% en cantidades y representan ahora el componente con menor incidencia en las exportaciones con 21%. El sector energía fue el de peor performance, ya que se contrajo un 46% en cantidades y por ende cedió en la participación, pasando de ser el componente de mayor peso con un 39% al segundo lugar con un 28%, y a pesar de ser el de mayor crecimiento en precios.

Ciertamente hay mucho para discutir, como la merma en la producción de energía, los cuellos de botella, el efecto de la inflación en las decisiones de inversión y consumo, etc. Pero no podemos dejar de reconocer que Argentina está hoy sensiblemente más industrializada de lo que estaba en el período de la convertibilidad.

jueves, 2 de diciembre de 2010

ES HORA DE AUMENTAR LAS RETENCIONES A LA SOJA

Las retenciones permiten que el tipo de cambio real no sea igual para todas las actividades, ya que según la tasa de retenciones que le corresponde a cada sector, varía la cantidad de pesos que reciben estos por dólar. Algunos colegas no están de acuerdo con esta política porque, argumentan, se distorsiona la asignación eficiente de recursos. Con este punto estoy totalmente de acuerdo. No obstante, creo que el problema con que nos enfrentamos es que la asignación eficiente de recursos, nos llevaría a tener una economía desindustrializada y totalmente dependiente del monocultivo.

En los últimos meses hemos visto una importante recuperación en los precios de los commodities. Esto significa una muy buena noticia para el país, porque favorece el ingreso de divisas y aumenta la recaudación del estado vía retenciones.
Sin embargo, también conlleva una dificultad creciente: la apreciación del tipo de cambio real.

Creo que es incorrecto afirmar que el tipo de cambio real está sobrevaluado, porque la realidad es que con este peso somos lo suficientemente competitivos para exportar y obtener un saldo comercial favorable. Pero ¿en qué sectores somos competitivos? El aumento de precios de los commodities nos está llevando a una situación de enfermedad holandesa, puesto que el ingreso de divisas provocado por el aumento del precio de la soja es más veloz que el aumento de productividad que puede lograr la industria. Consecuentemente, aumenta el sesgo hacia una mayor primarización de la economía argentina.

Para lograr una mayor competitividad de la industria se hace necesario aumentar las retenciones, principalmente a la soja, para evitar la sojización de la economía y permitir que los animal spirits hagan florecer otras actividades que demanden más mano de obra y valor agregado. Vale pues la frase del Dr.Carlos Pellegrini que no por antigua ha dejado de ser actual:
“no hay hoy, ni puede haber gran Nación, si no es Nación industrial, que sepa transformar la inteligencia y actividad de su población en valores y riqueza”.